Abro una puerta, se cierra tras de mí e intento abrir la siguiente. Está sellada.
Atrapada entre dos mundos. Agonía, desconcierto, duda...no estoy preparada. ¿Qué me espera al otro lado? ¿Se abrirá o permaneceré encarcelada año tras año, consumiéndome en la desesperación de continuar con vida?
Cuento las baldosas que me separan de la verdad. Imagino lo que habrá tras esa barrera, vuelo, sueño y vuelvo a pisar esos minúsculos rombos. A un lado un muro enladrillado, al otro, acero; frente a mi una puerta, detrás otra; bajo mis pies pequeñas baldosas amarillas y acechante desde arriba, ese espejo que muestra la absurda realidad.
¿Romper el muro, acribillar el acero, destrozar una puerta u observar mi reflejo?
Atrapada en silencio, sola con mis pensamientos, miedos y sueños; busco la salida más rápida y caigo en el intento. Me levanto y lo vuelvo a intentar. Día tras día voy alzando los brazos y aún careciendo de fuerzas intento encontrar la liberación.
Una escalera y pronto llegaré al final…
